Seguramente muchos pensamos o tenemos esa imagen del pez en una pecera redonda, y nunca nos hemos llegado a plantear si es su verdadero hábitat o son felices dando vueltas en un pequeño círculo. Tenemos la creencia que un pez con darle comida y teniendo su agua es feliz, pero no siempre es así.
Mayormente son los peces de agua fría como las carpas doradas, las que pensamos que con meterlas en una pecera ya tenemos todo el cuidado hecho. Normalmente son los indicados para regalos o los más llamativos para los niños. Pero es una falsa creencia porque por desgracia pocos son los ejemplares que sobreviven en estas condiciones a largo plazo.
Tenemos que tener en cuenta que en cuanto adquirimos, en este caso, un pez en nuestras manos tenemos el compromiso de proporcionarle una vida digna con los cuidados y atenciones que se requieren aunque sea un pez. Y mantenerlos en una diminuta pecera no es una vida digna, lo más aconsejable es siempre en un acuario o estanque.
En las peceras el espacio es tan limitado que el pez no podrá nadar por lo tanto lo convertiremos en un pez infeliz. Tampoco crecerá en las proporciones estimadas porque incentivamos el ‘enanismo’, al no tener espacio suficiente los órganos internos no se desarrollan y le ocasionan problemas de salud. Y evidentemente el agua sin el filtro no podrá estar completamente limpia porque siempre habrá restos de comida y sus excrementos.
En un acuario, puede ser de las proporciones indicadas para los peces que introduzcamos, viene completamente equipado o al menos preparado para un sistema de filtrado de luz artificial y calentador. En un acuario lo que se busca es crearle al pez un ecosistema natural, plantas, grava, rocas … de tal forma que los peces vivan en condiciones similares a las que tendrían en su hábitat de origen.