Este verano las tortugas bobas (Caretta caretta) están convirtiéndose en auténticas protagonistas de las playas españolas, especialmente en el litoral mediterráneo. La aparición de nuevos nidos y el aumento de liberaciones de ejemplares jóvenes reflejan tanto la recuperación progresiva de la especie como el impacto de los cambios ambientales y la conciencia social que se está generando en torno a su conservación.
Las costas de Mojácar, en Almería, y otras zonas de la península están siendo testigos de una tendencia que, aunque todavía es esporádica, va en aumento tras años de esfuerzos de protección de la biodiversidad marina. El caso más reciente ha tenido lugar en la playa de Mojácar, donde se ha certificado el anidamiento de una hembra de tortuga boba y la puesta de 99 huevos, el quinto evento documentado en la provincia almeriense desde el año 2001.
Descubrimiento y protección del nido en Mojácar
La localización de este nido fue posible gracias a la alerta temprana de los servicios de limpieza municipales y la rápida comunicación al teléfono de emergencias 112, que permitió activar el protocolo de protección de anidamientos. Técnicos y agentes medioambientales, junto con voluntarios de la asociación Equinac y la Policía Local, acudieron a la playa frente al Parador Nacional y confirmaron la presencia de la hembra en proceso de desove.
Tras evaluar el riesgo de inundación en el punto original, los expertos determinaron trasladar parte de los huevos a un centro de incubación controlada en Oasys Minihollywood (Tabernas) y reubicar el resto en una zona más segura de la misma playa. 79 huevos permanecen en Mojácar, bajo estrictas medidas de vigilancia y protección, mientras que 20 están siendo incubados en instalaciones especializadas.
La importancia de la cooperación entre autoridades locales y entidades especializadas ha sido clave para maximizar las probabilidades de supervivencia de los huevos y, con ello, contribuir al futuro de la especie en el Mediterráneo.
Implicación ciudadana y protocolo ante avistamientos
El papel de la ciudadanía resulta decisivo en la conservación de la tortuga boba. Desde los ayuntamientos y la Junta de Andalucía se insiste en la necesidad de respetar ciertas pautas: no acercarse a las tortugas ni a los nidos, evitar hacer ruido o iluminar las zonas señalizadas, y mantener siempre las mascotas atadas lejos del área de desove. Ante cualquier rastros en la arena o avistamiento, lo recomendable es avisar al 112 sin interferir en el proceso.
Este tipo de comportamientos puede marcar la diferencia entre el éxito o fracaso de un desove. Además, los expertos subrayan que la temperatura de incubación resulta determinante para el sexo de las crías y que el calentamiento global podría suponer una amenaza adicional, ya que temperaturas superiores a 25ºC favorecen el nacimiento de hembras.
En los últimos años, el litoral de Almería, así como otras regiones mediterráneas, ha registrado varios eventos de anidamiento —como los ocurridos en Vera, Pulpí y distintos puntos de Mojácar— confirmando que las costas andaluzas y del levante español están ganando protagonismo como áreas de expansión de la tortuga boba.
Conservación y seguimiento de la especie
La Junta de Andalucía y la Consejería de Sostenibilidad, junto a entidades voluntarias y el Ministerio para la Transición Ecológica, mantienen una labor constante de vigilancia, formación y sensibilización social. La colaboración de colectivos como Equinac es fundamental para la custodia de los nidos y la concienciación de los bañistas y vecinos.
Durante las próximas semanas, el nido de Mojácar será monitorizado día y noche hasta la eclosión de los huevos. Se espera que, en unos dos meses, las crías emprendan su viaje hacia el mar, en un momento especialmente delicado. Estas acciones refuerzan un compromiso colectivo por la biodiversidad que involucra tanto a instituciones como a la población local.
Situación y retos de la tortuga boba
La tortuga boba es una especie catalogada como vulnerable en el Catálogo Andaluz de Especies Amenazadas y está considerada «En peligro» según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Las principales amenazas a las que se enfrenta incluyen la contaminación marina por plásticos, la pesca incidental y las alteraciones del hábitat costero.
La proliferación de nidos en el sur y levante de la península puede responder tanto a la adaptación de la especie ante el cambio climático como al éxito de las campañas de protección y a la mayor sensibilización de la ciudadanía. Las administraciones insisten en la importancia de seguir las recomendaciones ante cualquier avistamiento para favorecer la supervivencia de la especie y la viabilidad de las futuras generaciones.
Los datos recopilados en los últimos años y la disposición de recursos para el seguimiento y custodia de nidos, así como la implicación creciente de vecinos y turistas, permiten albergar cierto optimismo: cada llamada a tiempo y cada acción de protección puede ser clave para garantizar que estas emblemáticas tortugas marinas sigan formando parte de nuestro patrimonio natural.