En las costas de Andalucía, especialmente en Cádiz y Huelva, reside la que probablemente sea la última población estable en Europa del pez guitarra gigante (Glaucostegus cemiculus). Esta especie de raya cartilaginosa, emparentada con los tiburones, ha desaparecido de la mayoría de su territorio original, resistiéndose tenazmente a la extinción en un pequeño rincón del sur de España. Actualmente se encuentra en peligro crítico según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), lo que implica que su futuro depende esencialmente de los esfuerzos de conservación que allí se desarrollan.
Durante décadas, este animal peculiar, que puede llegar a medir hasta dos metros y medio y pesar más de 30 kilos, era una visión relativamente habitual en el litoral atlántico y en áreas del Mediterráneo. Hoy en día, avistar un guitarrón es un evento extraordinario; la pesca accidental, la transformación y reducción de sus hábitats y la presión humana han sido factores determinantes en su alarmante declive. Su lenta tasa reproductiva, con gestaciones de hasta nueve meses, hace que la recuperación de la especie sea especialmente difícil incluso si desaparecen las amenazas.
Proyecto Glaucostegus: colaboración internacional y ciencia ciudadana
Ante esta situación, el Proyecto Glaucostegus se ha convertido en un referente europeo para el estudio y salvaguarda del pez guitarra gigante. Un consorcio de entidades como la Fundación Oceanogràfic, Fundación Azul Marino, Acuario de Sevilla y Associació LAMNA, además de universidades y organismos públicos, han aunado fuerzas con científicos, instituciones y ciudadanos de a pie para hacer frente a este reto.
Bajo la coordinación del doctor Jaime Penadés, el proyecto ha establecido la recogida sistemática de datos científicos y observaciones ciudadanas desde 2018, año en que Ángel Benítez impulsó la implicación de pescadores recreativos y voluntarios de la zona. A través de fotos, vídeos y datos asociados a las capturas accidentales (fecha, localización, método de pesca), se ha conseguido reunir más de 80 avistamientos confirmados en los últimos años, algo fundamental para entender y proteger mejor la especie.
La aplicación de protocolos sencillos y efectivos ha permitido, además de documentar la presencia del pez guitarra, confirmar su reproducción en aguas andaluzas (incluyendo ejemplares neonatos) y detectar focos de furtivismo; desde casos de ejemplares arrojados a la basura en playas como Valdelagrana, hasta historias de venta ilegal en restaurantes.
Campañas científicas y la esperanza del plan de reproducción ex situ
El trabajo de campo no se limita solo a la recogida de testimonios. Las campañas de muestreo científico han intensificado el conocimiento sobre la biología y estado de la especie. Un ejemplo destacado fue la acción en la Playa de Valdelagrana a finales de mayo de 2025, donde más de 40 investigadores examinaron 33 guitarrones, tanto juveniles como adultos, siguiendo protocolos que minimizan su estrés y garantizan el bienestar animal.
Durante estas campañas, se recogen muestras de ADN y sangre, mediciones y estudios biométricos para evaluar el estado de la población y detectar posibles riesgos sanitarios o genéticos. Todo el proceso cuenta con la autorización de las autoridades (MITECO, Junta de Andalucía, Estación Biológica de Doñana), lo que aporta respaldo institucional a la iniciativa.
Uno de los caminos más prometedores que se está investigando es el plan de reproducción ex situ. Este consiste en comparar genéticamente a los ejemplares del medio natural con los que se encuentran en las colecciones zoológicas de algunos de los acuarios más importantes de la península ibérica. El objetivo es doble: evaluar la diversidad genética para posibles programas de cría en cautividad, y preparar una futura reintroducción del pez guitarra en zonas donde ahora ha desaparecido pero se consideren seguras.
Una especie emblemática de la conservación marina en Europa
El guitarrón, además de ser un icono de la biodiversidad andaluza, se está convirtiendo en un símbolo internacional sobre la urgencia de proteger las especies marinas amenazadas. El trabajo conjunto de investigadores, ONGs, pescadores recreativos y administraciones demuestra que, aunque la situación es complicada, aún existen vías para evitar la extinción de este animal único.
La clave radica en la colaboración entre la sociedad civil y el sector científico. Gracias a esta implicación colectiva, se han logrado avances importantes en pocos años, abriendo la puerta a nuevas estrategias de conservación y a un cambio de mentalidad en la ciudadanía respecto al valor ecológico y patrimonial de una especie que, hasta hace poco, pasaba desapercibida para la mayoría.
Aunque el guitarrón continúa en una situación extremadamente delicada y enfrenta riesgos como la pesca ilegal, la destrucción del hábitat y la presión contraria a su conservación, los esfuerzos recientes aportan motivos para el optimismo. La experiencia andaluza demuestra que todavía es posible revertir el destino de especies en peligro si se actúa con rapidez, colaboración y compromiso con la biodiversidad.