El samaruc es un pez pequeño que vive en las aguas tranquilas del Mediterráneo y representa un símbolo de los ecosistemas valencianos. Su delicada situación ha movilizado a científicos y organizaciones para buscar su protección y recuperación.
Aunque no es tan vistoso como otros animales acuáticos, el samaruc cumple un papel crucial en los sistemas lagunares y marjales. Actualmente, su presencia está restringida a pocos enclaves en Valencia y Cataluña debido a la pérdida de calidad del agua, la destrucción de su hábitat y la invasión de especies exóticas como la gambusia, que compiten por recursos y desplazaron a la especie desde principios del siglo XX.
La Fundación Oceanogràfic lidera proyectos junto a la administración para proteger y recuperar al samaruc. Entre sus principales acciones se encuentra la cría en cautividad de ejemplares en acuarios especiales que simulan las condiciones de los humedales mediterráneos, permitiendo su desarrollo en un entorno seguro.
Características y amenazas del samaruc
El samaruc es un pez carnívoro que se alimenta de invertebrados, crustáceos, larvas e insectos que caen al agua. Presenta un evidente dimorfismo sexual: las hembras son de mayor tamaño y presentan pequeños puntos oscuros. Sus rasgos físicos distintivos incluyen entre 20 y 30 escamas a lo largo del cuerpo y una boca protráctil con dientes unicúspides. Además, sus aletas dorsal y anal están a la misma altura, una característica particular de la especie.
La conservación del samaruc no solo se enfrenta a la competencia con otras especies, sino que también sufre por la degradación del hábitat, la contaminación de las aguas y la pérdida de identidad genética. Su supervivencia depende principalmente de pequeñas fuentes naturales llamadas ullals, presentes en Valencia y Cataluña, lo que aumenta su vulnerabilidad.
El ciclo de conservación: del laboratorio al ullal
Para asegurar la supervivencia del samaruc, los especialistas recolectan ejemplares en entornos controlados, como los del Oceanogràfic o los ullals. Estos peces se trasladan a laboratorios donde se recrean las condiciones ideales para su cría, asegurando un ambiente similar a los humedales mediterráneos. Los alevines se desarrollan en acuarios con agua de alta calidad y control de nutrientes durante sus primeras etapas.
Una vez que alcanzan un tamaño adecuado y tienen suficiente autonomía, son liberados en zonas con calidad hídrica óptima. Lugares como el Ullal de la Senillera o la Llacuna del Samaruc, en el Parque Natural de la Albufera, se han convertido en puntos clave para su reintroducción, permitiéndoles vivir en su entorno natural y reducir la presión de otros hábitats.
Este proceso contribuye a reforzar las poblaciones existentes y a ampliar la diversidad genética, aspectos fundamentales para garantizar el futuro de la especie. El seguimiento posterior es esencial para evaluar su adaptación y evolución en libertad, ajustando las estrategias de conservación según sea necesario.
La importancia de la educación y la implicación social
La recuperación del samaruc no solo corresponde a esfuerzos científicos, sino que la implicación de la sociedad, especialmente de los jóvenes, resulta fundamental para su protección. Programas de actividades como la suelta de ejemplares involucran a estudiantes de bachillerato, quienes reciben formación sobre la biodiversidad y reciben un diploma conmemorativo. Este enfoque ayuda a crear un vínculo emocional con la fauna local y a fomentar el respeto hacia la naturaleza.
El objetivo es que las nuevas generaciones actúen como embajadores de la conservación, transmitiendo la necesidad de cuidar los recursos naturales y evitando la desaparición de especies tan emblemáticas como el samaruc.
El esfuerzo conjunto de instituciones, científicos y la comunidad continúa brindando esperanza para que el samaruc siga nadando en las aguas mediterráneas en los próximos años.