Durante las últimas décadas, el mar ha sido testigo de situaciones que desconciertan tanto a navegantes como a científicos. En numerosos rincones del planeta, grupos de orcas salvajes han aparecido inesperadamente ante seres humanos para dejarles presas u objetos justo a su lado, como si buscaran un tipo de contacto nunca antes observado entre animales tan distintos.
Esta secuencia de episodios no es fruto de la imaginación. Un estudio reciente, publicado en el Journal of Comparative Psychology, ha reunido 34 casos en los que orcas ofrecieron presas y otros objetos a personas entre 2004 y 2024. El fenómeno abarca desde Canadá y Noruega hasta Nueva Zelanda y Argentina, y ha sido analizado por varios equipos de investigación internacionales.
Un fenómeno global: orcas que entregan «regalos» a humanos
El patrón documentado es tan llamativo como peculiar. Orcas de diferentes sexos y edades se acercan a humanos —en embarcaciones, buceando o incluso en la orilla— y depositan presas muertas u objetos, quedándose después a observar la reacción.
En total, se han registrado encuentros en cuatro océanos y seis poblaciones diferentes de orcas. Entre los objetos ofrecidos figuran desde peces y mamíferos marinos hasta aves, invertebrados, reptiles y algas. Al parecer, el “regalo” no es casualidad: en el 97 % de los eventos, las orcas permanecieron atentas a la respuesta humana, recuperando o abandonando el objeto según la interacción.
Casos notables incluyen ejemplares como Akela y Quiver en Canadá, quienes depositaron aves cerca de un investigador; Funky Monkey, un macho joven en Nueva Zelanda que entregó reiteradamente una raya; o una orca noruega que se acercó a un buceador con una medusa. La variedad de situaciones apunta a un comportamiento extendido y no exclusivo de una región o manada concreta.
¿Altruismo, curiosidad o juego?
¿Qué mueve a estas orcas a compartir con nosotros? Compartir presas entre miembros del propio grupo es habitual en la vida social de estos cetáceos. Sin embargo, hacerlo con humanos resulta extraordinariamente raro, hasta el punto de abrir un debate científico sobre sus motivos.
Los investigadores consideran varias explicaciones:
- Bajo coste y ausencia de competencia: Dado que ambas especies son depredadores ápice, compartir presas con humanos no supone un riesgo ni una pérdida significativa para la orca.
- Curiosidad y experimentación: Las orcas son animales de alta inteligencia y pueden estar explorando la reacción humana, especialmente cuando se trata de objetos poco habituales.
- Juego social y aprendizaje: Cerca de cuatro de cada diez interacciones tenían un componente lúdico, como tomar y soltar repetidas veces la presa, tal vez como parte de un proceso de aprendizaje sobre otros seres vivos.
- Tradición cultural: En algunas comunidades, este gesto podría estar conformando una nueva costumbre dentro de la cultura de ciertos grupos de orcas.
Lo más curioso es que a menudo no solo repiten la acción, sino que adaptan su comportamiento según la respuesta del humano, lo cual sugiere una intención comunicativa o al menos exploratoria.
Implicaciones científicas: ¿Pueden tener teoría de la mente?
La posibilidad de que las orcas estén mostrando algún tipo de altruismo generalizado es solo una de las cuestiones sobre la mesa. Estudios previos han documentado comportamientos semejantes en primates, elefantes y algunos cetáceos, pero en el caso de estos encuentros destaca la ausencia de beneficio inmediato o reciprocidad.
Algunos expertos, como la investigadora Lori Morino, sugieren que estos gestos podrían reflejar una comprensión de que los humanos tienen intenciones y emociones distintas a las propias, lo que en ciencia se denomina “teoría de la mente”. Hasta la fecha, esta característica cognitiva apenas se ha atribuido a unas pocas especies.
Otro punto clave es la aparente sofisticación cultural de las orcas: viven en grupos familiares muy cohesionados y pueden transmitir conocimientos, hábitos y hasta técnicas de caza entre generaciones, lo que facilita la aparición de tradiciones novedosas.
¿Un vínculo en desarrollo entre humanos y cetáceos?
No hay que olvidar que, aunque estos episodios puedan resultar entrañables, las orcas siguen siendo animales salvajes. Los investigadores insisten en que no se debe fomentar ni buscar activamente este tipo de interacción. Aunque no existen incidentes mortales conocidos en libertad, sí se han producido comportamientos agresivos en cautividad y situaciones de riesgo con embarcaciones.
La aparición de estos comportamientos, poco frecuentes pero cada vez más documentados, motiva a reflexionar sobre los posibles cambios en las relaciones entre humanos y grandes cetáceos, especialmente en un mundo en el que la presencia humana en el mar crece año tras año.
Documentar y analizar cada uno de estos eventos podría arrojar luz sobre la evolución de la inteligencia animal y la capacidad de establecer puentes comunicativos entre especies tan lejanas evolutivamente.
La ciencia todavía tiene muchas preguntas abiertas, pero cada nuevo hallazgo en este campo invita a reconsiderar cuánto conocemos (o desconocemos) del mundo natural. Las orcas, con sus gestos insólitos y su gran cerebro social, confirman que la frontera entre especies puede ser más permeable de lo que sospechábamos.