Los ríos de España y Europa han experimentado numerosos cambios a lo largo del tiempo debido principalmente a la construcción de presas, azudes y otras infraestructuras que, aunque han contribuido al desarrollo humano, han supuesto serios obstáculos para la vida acuática. Uno de los principales damnificados son los peces migradores, como el salmón, la trucha o la anguila, que dependen de la libre circulación por los cursos fluviales para completar su ciclo vital.
Recuperar la conectividad de los ríos se ha convertido en una prioridad para organismos de gestión ambiental y expertos en biodiversidad. En ese contexto, los pasos para peces, también conocidos como escalas, rampas o dispositivos de franqueo, desempeñan un papel crucial en la restauración de los hábitats fluviales y la recuperación de especies en declive.
¿Por qué son necesarios los pasos para peces? La fragmentación de los ríos debida a las barreras artificiales impide que muchas especies alcancen las zonas de desove o cría. Esto puede traducirse en una disminución drástica de las poblaciones, como ha ocurrido con el salmón, que necesita remontar el río para reproducirse en aguas limpias y bien oxigenadas.
Cómo funcionan los pasos para peces
Un paso para peces consiste en un sistema de canales, rampas, escaleras o túneles diseñados con pendientes suaves y corrientes moderadas para que los peces puedan desplazarse esquivando las barreras. La estructura debe adaptarse a la morfología del río y a las especies objetivo, teniendo en cuenta sus necesidades y capacidad natatoria.
Los modelos más habituales son las escaleras de peces (con sucesión de pequeños saltos o charcas), rampas con corriente controlada y los by-pass laterales, que permiten rodear la barrera. En ocasiones, incluso se emplean ascensores mecánicos en grandes presas. El diseño correcto es fundamental, ya que las soluciones poco adaptadas pueden ser ineficaces o incluso peligrosas para la fauna.
Impactos positivos de los pasos para peces
La instalación y mejora de pasos para peces contribuye directamente a la estabilidad de las poblaciones de peces migratorios. Se ha comprobado que la retirada de obstáculos y la creación de rutas seguras favorecen el éxito reproductivo, el acceso a hábitats clave y la recuperación de especies en peligro.
A nivel ecológico, restablecer el flujo natural de los ríos mejora la calidad del agua, aumenta la diversidad biológica y ayuda a recuperar funciones ecológicas esenciales, como el transporte de nutrientes o el control de especies invasoras. Además, se reduce la mortalidad asociada a intentos fallidos de remonte de presas, lo que beneficia tanto a las especies como a los ecosistemas fluviales en su conjunto.
Retos y futuro en la gestión fluvial
La correcta implantación de pasos para peces requiere una planificación detallada y colaboración entre administraciones, científicos, ingenieros y usuarios del agua. Queda aún mucho trabajo por delante: se calcula que en la península existen miles de barreras que dificultan la migración de los peces, muchas de ellas obsoletas o en desuso.
El desafío es integrar la restauración fluvial en los planes de gestión del agua, apostando por soluciones que realmente permitan recuperar la movilidad de las especies y los procesos naturales de los ríos. También es importante sensibilizar a la sociedad sobre la importancia de mantener los ríos vivos y conectados, ya que los beneficios ambientales repercuten en la calidad de las comunidades rurales y urbanas.
Las experiencias recientes muestran que cuando se apuesta por eliminar obstáculos y crear pasos eficaces, no solo se protege la biodiversidad sino que también se abren oportunidades para el turismo sostenible, la pesca recreativa y la educación ambiental.
El uso de pasos para peces es fundamental para frenar la pérdida de biodiversidad y devolver la salud a nuestros ríos, asegurando la supervivencia de especies tan emblemáticas como el salmón y promoviendo ecosistemas acuáticos más resilientes y equilibrados.