La comprensión de los mecanismos de defensa en los primeros días de desarrollo embrionario ha dado un paso importante gracias a recientes investigaciones centradas en embriones de pez cebra. Hasta ahora, se desconocía cómo enfrentaban las infecciones bacterianas antes de la aparición del sistema inmune convencional.
Un conjunto de estudios realizados en España, liderados por equipos del Instituto de Biología Molecular de Barcelona (IBMB-CSIC) y el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL), ha logrado grabar el proceso mediante el cual los embriones de pez cebra afrontan bacterias potencialmente peligrosas. Este descubrimiento da luz sobre estrategias defensivas tempranas que, sorprendentemente, también están presentes en embriones humanos.
Fagocitosis epitelial: la primera barrera contra las bacterias
Durante las fases iniciales del desarrollo, cuando ni siquiera se han formado los órganos ni el sistema inmunológico, los embriones de pez cebra emplean sus células epiteliales superficiales para defenderse de las infecciones. Se ha observado que estas células son capaces de capturar e ingerir bacterias mediante una técnica celular conocida como fagocitosis. Este proceso resulta clave para la supervivencia temprana de los embriones.
El estudio, publicado en la revista científica ‘Cell Host and Microbe’, demostró que las células epiteliales utilizan protuberancias de su membrana, en las que participa la proteína actina, para rodear y atrapar bacterias como ‘Escherichia coli’ y ‘Staphylococcus aureus’. Uno de los datos más llamativos es la activación de genes de inmunidad en estas células, lo que lleva a eliminar de forma eficaz a los patógenos y favorece un desarrollo embrionario adecuado.
Origen evolutivo de la inmunidad y aplicaciones clínicas
Según señala el investigador principal Esteban Hoijman, este mecanismo «podría ser el origen evolutivo de la inmunidad» y representa la primera interacción registrada entre el embrión en desarrollo y su entorno biológico inmediato. La existencia de esta defensa innata antes del sistema inmune convencional abre nuevos caminos para entender cómo los organismos protegen su viabilidad en los primeros días.
El hallazgo tiene posibles implicaciones prácticas. Al conocer mejor cómo los embriones enfrentan infecciones bacterianas, se podrían mejorar técnicas de fertilidad, prevenir malformaciones y optimizar el desarrollo de nuevas terapias reproductivas. La presencia de este sistema en embriones humanos indica una función conservada en la evolución de los animales.