El seguimiento continuo de peces migratorios en ecosistemas acuáticos como el río Paraná ha cobrado relevancia en los últimos años, especialmente gracias a la incorporación de sistemas de telemetría avanzados. Este tipo de monitoreo ha permitido a los investigadores comprender mejor las rutas migratorias, la salud de los hábitats y los retos que enfrentan diferentes especies.
En la actualidad, muchas organizaciones, como es el caso de Itaipú Binacional, emplean tecnología PIT (Transpondedor Integrado Pasivo) para seguir el desplazamiento de peces. Estas etiquetas, que se implantan bajo la piel de los animales, carecen de batería, ya que aprovechan la energía de los campos electromagnéticos generados por las antenas de seguimiento. Así, pueden proporcionar datos durante años, sin que se agote su vida útil, algo fundamental para estudios ecológicos de largo plazo.
Desde 2009, el monitoreo se ha intensificado con la marcación de más de 12.000 ejemplares de 42 especies, lo que ha permitido trazar mapas de migración y conocer de primera mano las condiciones ambientales de áreas tan extensas como los embalses protegidos por grandes extensiones de vegetación autóctona.
Uno de los elementos clave en este proceso ha sido la instalación de antenas distribuidas a lo largo de canales artificiales —como el Canal de Piracema— y sistemas similares río arriba, como en la central eléctrica de Porto Primavera. Gracias a estos dispositivos, se logra registrar la presencia de individuos marcados, siguiéndolos a través de cientos de kilómetros de río y afluentes, lo que aporta una visión muy detallada de cómo utilizan el entorno para completar sus ciclos vitales.
Rutas migratorias y diferencias entre especies
Al analizar los datos recogidos en los últimos años, surge que las especies presentan comportamientos migratorios singulares. Por ejemplo, se ha observado que piaparas tienden a utilizar el cauce principal del río para desplazarse, mientras que pacús suelen optar por afluentes secundarios como el Piquiri, el Ivaí o el Ocoy. Esta diversidad de estrategias demuestra la importancia de conservar no solo el río principal, sino también sus afluentes y zonas de vegetación ribereña, que sirven de refugio y lugares de desove.
Algunos registros, como el de tres piaparas marcadas y liberadas el mismo día, permiten observar matices en los momentos y recorridos migratorios, donde cada ejemplar puede demorar meses en alcanzar puntos clave como escalas piscícolas o pasar por estructuras de grandes embalses. Estos seguimientos detallados ayudan a los biólogos a determinar la eficacia de corredores biológicos artificiales y la respuesta de las especies ante obstáculos creados por el ser humano.
Relatos de campo complementan la investigación. Por ejemplo, la captura ocasional de peces marcados lejos de los puntos de liberación y sin haber pasado por las antenas de los canales habituales sugiere rutas inesperadas, como el paso a través de turbinas hidroeléctricas, lo que plantea nuevos interrogantes sobre la supervivencia y adaptabilidad de estos animales.
Impacto del monitoreo en la gestión ambiental y retos futuros
El conocimiento que se obtiene con estos métodos es de gran valor para la gestión sostenible de embalses y ríos. Los datos demuestran que infraestructuras como el Canal de Piracema funcionan como corredores biológicos eficaces, permitiendo a los peces migrar y completar su ciclo reproductivo. Además, la información recolectada es fundamental para orientar las políticas de conservación y evaluar el estado de los hábitats acuáticos, de la mano de avances tecnológicos y de la colaboración entre instituciones y pescadores locales.
Este trabajo de los equipos científicos responsables de estos programas de monitoreo sienta las bases para el , orientadas a preservar la diversidad de especies y garantizar la salud ecológica de los ecosistemas asociados a grandes infraestructuras hídricas.
El esfuerzo continuado en la observación de peces migratorios constituye una herramienta imprescindible, ya que revela tanto las oportunidades como los desafíos que plantea la gestión de estos sistemas fluviales complejos. Resulta fundamental mantener e incluso ampliar este tipo de iniciativas para lograr un equilibrio entre las necesidades humanas y la conservación de la vida acuática.