La costa mexicana vive cada año uno de sus acontecimientos naturales más esperados: la liberación de crías de tortuga marina, un espectáculo que reúne compromiso ecológico, educación y el apoyo de la comunidad local y de visitantes. Este proceso, vital para la supervivencia de especies amenazadas, se ha convertido, además, en una oportunidad para la concienciación ambiental y el turismo responsable.
En estados como Yucatán, Quintana Roo y Tamaulipas, cientos de voluntarios, autoridades y organizaciones ambientales dedican meses a proteger los nidos, resguardar los huevos y organizar liberaciones controladas. Las playas mexicanas son refugio de diversas especies de tortugas, cuyas crías inician su travesía hacia el mar durante una temporada que está marcada por estrictos protocolos y una profunda conexión con la naturaleza.
¿Cuándo es la temporada y cómo se desarrolla la liberación de tortugas?
La liberación de tortugas marinas coincide principalmente con la época de eclosión de los huevos, que ocurre tras el periodo de anidación entre mayo y junio. En Yucatán, la mayor parte de los nacimientos y sueltas tienen lugar de julio a noviembre, siendo especialmente frecuentes en agosto y septiembre. En Cancún, la temporada arranca formalmente en mayo y se extiende hasta octubre, con eventos destacados durante la luna llena. Tamaulipas, por su parte, destaca por el trabajo de los campamentos en playas como La Pesca, Miramar y Playa Bagdad, donde se protege a la tortuga lora.
La liberación suele organizarse al atardecer, una hora estratégica para evitar a los depredadores y proteger a las pequeñas tortugas del calor. Expertos y voluntarios supervisan el proceso para garantizar que el mayor número posible de crías alcance el océano.
Principales playas y especies protegidas
En la Península de Yucatán, las liberaciones se concentran en playas con campamentos tortugueros activos, como San Crisanto, Sisal, El Cuyo y Celestún. Aquí se pueden contemplar tanto la tortuga carey como la caguama, entre otras. Playa Marlín, en Cancún, es un referente en la conservación y alberga anualmente miles de huevos protegidos en nidos vigilados. Otras especies como la tortuga blanca y la laud también anidan en estas zonas.
En Tamaulipas, la protagonista es la tortuga lora, cuya protección implica el resguardo de cientos de miles de huevos y la liberación de decenas de miles de crías cada temporada, gracias al trabajo conjunto de la Comisión de Parques y Biodiversidad y colaboraciones ciudadanas.
En cada región, las liberaciones suelen ser abiertas al público aunque con aforos limitados, y siempre bajo la supervisión de personal capacitado para evitar riesgos tanto para los animales como para las personas.
Cómo participar y recomendaciones generales
Para quienes desean sumarse a esta experiencia, lo más recomendable es acudir a campamentos tortugueros certificados o a eventos organizados por autoridades ambientales. Es importante inscribirse previamente debido al limitado número de plazas. En destinos como San Crisanto y Sisal, la participación es accesible, mientras que en lugares como El Cuyo o Celestún, las actividades están coordinadas por biólogos y organizaciones como Pronatura.
Es fundamental seguir las normas establecidas: no tocar las crías sin permiso, no emplear linternas o flashes, guardar silencio y respetar las áreas señalizadas. Esto ayuda a no interferir en el proceso de orientación de las tortugas hacia el mar.
En caso de encontrar un nido o presenciar a una tortuga anidando fuera de una liberación organizada, se debe avisar a las autoridades y evitar cualquier contacto. La manipulación indebida puede tener consecuencias legales y, sobre todo, poner en peligro la vida de las crías y el equilibrio ecológico del entorno.
Impacto de los programas de conservación y educación ambiental
La labor de protección de las tortugas marinas tiene un efecto directo sobre la biodiversidad y el turismo responsable. Las campañas de vigilancia, la señalización de nidos y la capacitación de voluntarios son acciones clave para maximizar la supervivencia de las crías. Además, estos programas refuerzan la cultura ambiental, involucran a la comunidad y fomentan el respeto por la naturaleza.
Algunos santuarios, como el de Río Lagartos en Yucatán, se destacan como reservas de reproducción y anidación, abarcando grandes extensiones protegidas. La presencia continua de tortugas en estas costas también contribuye a la estabilidad de las playas y a la salud de otros ecosistemas marinos.
Desde julio hasta noviembre, la costa mexicana se convierte en el escenario de uno de los procesos de conservación más emblemáticos del país, donde el esfuerzo conjunto de instituciones, voluntarios y la ciudadanía permite que miles de tortugas inicien su viaje hacia el océano. Participar en estos eventos no solo supone presenciar un espectáculo natural único, sino también contribuir activamente a la protección de especies que son esenciales para el equilibrio ecológico marino.