En la mayoría de los peces que tenemos en el acuario se puede saber que está enfermo simplemente con la visión y comportamiento del mismo. Aunque después hay signos evidentes, mediante los cuales, se identifica la enfermedad. Cuando hablamos de un pez enfermo es porque hemos notado que ha modificado su comportamiento habitual, y de ahí, pasamos a identificar la enfermedad para restablecer la salud del pez.
La coloración, la forma de nadar, la voracidad o ausencia de ella, retraimiento, aletas plegadas, aislamiento del cardumen, natación irregular, determinan, es anormal y por tanto tenemos que poner remedio, según la especie del pez.
Existen comportamientos anormales que indican que el pez está enfermo y que son comunes en todos los peces. Rechazo del alimento habitual, aletas replegadas, natación irregular o aislamiento en los rincones del acuario, movimiento de vaivén, frotación contra piedras, objetos o suelo del acuario, respiración agitada y falta de reacción cuando pretendemos atraparlos con una red.
Cuando un pez cambia de color, si el cambio es circunstancial no debemos preocuparnos, pero si persiste estaríamos hablando de una enfermedad y observar al pez para detectarla. Podríamos estar hablando de una anemia, ya que ésta produce decoloración en el pez, bien por la falta de oxígeno en el acuario o a la poca iluminación de su sistema o de un parásito que se ha asentado en la piel.
Si el pez tiene el vientre hundido, estaríamos hablando de una desnutrición raquitismo y tuberculosis. Un vientre abultado podría ser un constipado intestinal, ascitis o hidropesía. Las dos últimas enfermedades son graves, ya que son producidas por ataques de bacterias, a veces asociadas con myxobacterias, que resulta altamente contagiosa y difícil de curar.
Es importante destacar que ante cualquier anomalía que veamos en el pez debemos aislarlo del resto de los peces hasta saber su diagnóstico y tratar la enfermedad.