Las plantas acuáticas son algo más que un mero objeto decorativo. Son seres vivos y como tales requieren de unos cuidados y unas determinadas condiciones de mantenimiento para su desarrollo. Dentro de ello el sustrato forma un papel importante para el buen desarrollo de las mismas y el buen equilibrio biológico del ecosistema del acuario.
Las plantas naturales necesitan de micro y macronutrientes para desarrollarse correctamente. En los sustratos se instalan las colonias de bacterias responsables de la transformación del nitrito en nitrato y de este último en inofensivo gas nitrógeno.
Los sustratos se clasifican por tamaños, color, textura y composición química. De ahí encontremos el limo, arcillas y arenas finas y aquellos más gruesos que van desde las arenas hasta las gravas. Los gránulos son importantes porque favorecen la circulación del agua y asegurar un sustrato sano libre de metano y del ácido sulfhídrico resultante de gravas compactadas.
El tamaño ideal y correcto es aquel que permite la lenta pero continua corriente del agua para el correcto desarrollo de las raíces de las plantas. Los más adecuados son aquellos clasificados como arenas gruesas, a partir del milímetro de grosor, siendo lo indicado gravas entre los 3 y los 5 mm. Hay que tener en cuenta que los sustratos calcáreos ricos en calcio estarían contraindicados para acuarios con necesidades de aguas blandas y ácidas. En cambio resultan beneficiosos para tanques de aguas duras y alcalinas.
En cuanto al volumen aunque no existen unas reglas fijas conviene que este no sea excesivamente profundo, entre 8 y 10 cm para la parte frontal del tanque y 15 o 20 para la parte trasera. Si optamos por colocar un cable calentador de fondo lo habitual es colocarlo directamente sobre el cristal de base. En cuanto al color, a gusto de la estética que sigue el acuario y los peces. Y nunca que los sustratos con formas agresivos o cortantes como puede ser la roca volcánica.